TERREMOTO DE BOCAS DEL TORO: A 34 AÑOS DE UNA TRAGEDIA QUE MARCÓ LA HISTORIA NACIONAL

El 22 de abril de 1991, a las 4:56 p.m., la provincia de Bocas del Toro fue sacudida por un potente terremoto de magnitud 7,4 en la escala de Richter. El epicentro se localizó en la región de Limón, Costa Rica, y el evento pasó a conocerse como el «Terremoto de Limón». Sus efectos fueron devastadores tanto en Panamá como en otras zonas de Centroamérica.

El sismo dejó 23 personas fallecidas en Panamá: 11 en Changuinola, 7 en Almirante y 5 en Guabito. Además, se registraron 559 heridos y más de 5.500 personas damnificadas. Un total de 1.046 viviendas quedaron completamente destruidas, dejando a miles sin hogar. Infraestructuras vitales como hospitales, puentes, carreteras y líneas férreas resultaron gravemente dañadas, complicando las labores de socorro.

Desde los primeros minutos tras el sismo, el Benemérito Cuerpo de Bomberos de la República de Panamá jugó un papel fundamental en las labores de búsqueda, rescate y atención a los heridos. A pesar de las difíciles condiciones, el cuerpo bomberil trabajó incansablemente en la remoción de escombros, el rescate de personas atrapadas y la coordinación de evacuaciones en áreas afectadas.

Las estaciones de bomberos de la región, con apoyo de otras zonas del país, colaboraron también en la distribución de ayuda humanitaria, la instalación de albergues temporales y la inspección de estructuras para evitar nuevos colapsos. Su entrega y valentía fueron esenciales para salvar vidas y brindar esperanza en medio de la tragedia.

Además, los bomberos participaron activamente en la estabilización de edificaciones, mitigando riesgos posteriores y ayudando a restablecer parcialmente los servicios básicos. Su presencia constante no solo fue un soporte logístico, sino también emocional para las comunidades afectadas.

El movimiento telúrico generó un tsunami con olas de hasta 2 metros, afectando la costa caribeña de Panamá y Costa Rica. Aunque el impacto fue reducido debido a la baja densidad poblacional y a la protección natural de los arrecifes de coral, se detectaron cambios en la geografía costera, como depósitos de arena y la formación de dunas en sectores como San-San.

Ante la magnitud de la tragedia, el entonces presidente Guillermo Endara declaró a Bocas del Toro como «Zona de Emergencia Nacional». El gobierno destinó fondos para la reconstrucción, aunque años después surgieron controversias relacionadas con el uso de estos recursos.

El terremoto de 1991 evidenció la vulnerabilidad sísmica de la región. Expertos han recalcado la necesidad de establecer políticas públicas enfocadas en la prevención y en la construcción de infraestructuras más resilientes frente a eventos naturales de esta magnitud.

Hoy, a 34 años de aquel trágico suceso, Bocas del Toro recuerda con respeto a las víctimas y reitera el compromiso de continuar fortaleciendo la preparación ante desastres naturales, destacando también el valioso rol de los bomberos en la historia de resiliencia del país.

YW