
EL DEBER DE UN BOMBERO: “TRATAR DE NO DEJAR A NADIE ATRÁS”
Nadie se prepara para perder a un hermano en el fuego. Y sin embargo, eso fue lo que vivió el sargento primero Nodier Ponce, una noche que marcó para siempre su vida y la de todo un cuartel.
Todo ocurrió durante un incendio en un antiguo caserón de la calle Pedro Obarrio, en El Chorrillo. Las llamas eran intensas, descontroladas, y dentro de esa vorágine de calor y humo, su compañero —el subteniente Manuel Naar— no logró salir con vida.
“Cuando atendemos una emergencia, aunque sabemos los riesgos, intentamos convencernos de que todo saldrá bien, que será una intervención más que quedará en las estadísticas”, relata Nodier, con la voz cargada de recuerdos. Hoy, desde su puesto en la Dirección Nacional de Operaciones, Extinción, Búsqueda y Rescate del Benemérito Cuerpo de Bomberos, en Panamá Oeste, revive ese momento como una herida que nunca termina de cerrar.
“Jamás pensamos que uno de los nuestros no regresará. Es algo que no se contempla… pero pasa. Y cuando pasa, se nos parte el alma”, confiesa. “Aun así, el deber sigue ahí. Tenemos que levantarnos, porque allá afuera, la comunidad nos espera”.
Para los bomberos, cada guardia es una apuesta contra lo incierto. Salen de casa sin garantías de volver. A veces no saben si las víctimas de un accidente serán amigos, vecinos, incluso familia. Pero lo enfrentan con valentía, con la certeza de que su vocación no es solo un uniforme: es una promesa.
“Perder un compañero duele, pero no podemos rendirnos. Porque cada vez que suena la alarma, hay una vida que depende de nosotros”, dice Nodier. “Y eso es ser bombero: vivir con disciplina, actuar con honor y servir con abnegación. Eso es lo que nos sostiene. Eso es lo que nos une”.
dr.