Ellos, los paramédicos del Benemérito Cuerpo de Bomberos de la República de Panamá, siempre están listos. Las 24 horas del día, entre sirenas, maletín de trauma y radios encendidos, se preparan para salir al llamado. Porque el tiempo es crucial para salvar una vida.
El Sargento II Juan Pablo Pineda, vocero de los Servicios de Atención Médica Prehospitalaria de Emergencia y Rescate, conoce de cerca la historia de una unidad que ha evolucionado junto con las necesidades del país.
“El origen de lo que hoy llamamos SAMER comenzó como una necesidad vital”, en las emergencias por accidentes automovilísticos, y no había quien atendiera a las víctimas relato el Sgto. Pineda
“A principios de los años 90, muchos compañeros recibieron formación como paramédicos en el Hospital Santo Tomás. En ese tiempo, los servicios prehospitalarios eran muy escasos”.
Posteriormente, el 25 de junio de 1993 cuando se reconoció oficialmente a estos bomberos capacitados como técnicos de urgencias médicas, respaldados por el Ministerio de Salud. Pero no fue hasta el año 2000, bajo la visión del entonces comandante Leopoldo Mojica, que se institucionalizó un grupo interno especializado.
Con los años, el grupo creció hasta convertirse en la Dirección Nacional de Servicio de Atención Médica Prehospitalaria, Emergencias y Rescate (SAMER), oficialmente establecida en 2010. “La visión era clara: formar una unidad permanente y especializada que brindara excelencia en la atención prehospitalaria y en la investigación en esta área”, explica el sargento II Pineda.
Hoy, la dirección —conocida como SAMER en sus operaciones cotidianas— mantiene presencia activa en el área metropolitana a través de dos estaciones estratégicas: la Estación Segundo Navarro y la Estación Florencio Arosemena, en el distrito de San Miguelito. Desde allí, las ambulancias se desplazan a todo tipo de emergencias, apoyando tanto a la ciudadanía como a otros cuerpos de seguridad en siniestros de gran escala.
“Entre enero y abril de este año hemos atendido 2,701 emergencias a nivel nacional”, comenta Pineda con orgullo. “De esas, 1,863 fueron emergencias médicas y 838 coberturas bomberiles. Somos primera línea, y lo hacemos con compromiso, eficiencia y humanidad”.
A más de tres décadas de su nacimiento, los “paramédicos” del servicio de emergencias llevan en la sangre la vocación de servir. Porque en cada llamado, en cada minuto que cuenta, hay una vida esperando por su entrega para seguir viviendo.
BGS