
CUANDO EL CUERPO SE CANSA, EL CORAZÓN SE LLENA
Quienes no han vivido el fuego de cerca, quizás no comprendan el verdadero peso de esta frase. Pero para quienes visten el uniforme, *cuando el cuerpo se cansa, el corazón se llena* no es solo una idea: es una verdad sentida en cada jornada, en cada llamado, en cada rescate.
La bombero *Melanie Scott, de la estación Federico Boyd en Juan Díaz, lo sabe muy bien. Cada turno extenuante, cada incendio enfrentado, cada rescate o día de entrenamiento, deja no solo sudor y cansancio en el cuerpo, sino **huellas imborrables en el alma*. Porque detrás del dolor físico, lo que permanece es la profunda satisfacción de haber protegido una vida, de haber estado donde más se necesitaba.
“Cuando los músculos tiemblan, el corazón late más fuerte”, nos dice Melanie. Late por las vidas salvadas, por los compañeros que no sueltan la mano, por esa vocación que arde como el fuego que combatimos en lo más profundo del ser.
Ser bombero no es solo usar un uniforme o cumplir una función. Es *una forma de amar al prójimo con hechos, con entrega, con coraje*. Es elegir cada día poner el cuerpo y el alma al servicio de los demás. Es llevar en cada acción el peso y el honor de tres palabras que nos definen:
*Disciplina, Honor y Abnegación*
dr.